Esperit de la missatgeria

«Había comenzado el período de Siva el Restaurador. La restauración de todo lo que hemos perdido», Philip K. Dick, Valis.

jueves, 3 de enero de 2013

Estrategias de salvación en el cine apocalíptico neoliberal

Varios de los subgéneros dentro de lo apocalíptico versan sobre una calamidad sobrevenida por la estupidez del homo sapiens. Muchas películas del subgénero de la ciencia-ficción dan muestra de una fe irracional en que el ser humano logrará resolver conflictos de gran complejidad creados por la propia estulticia de la especie (con lo cual esa humanidad difícilmente estaría capacitada para imaginar soluciones a lo que ellos mismos habrían creado); aún otros puntos de partidas desarrollan argumentos en que las hecatombes han sido originadas por la naturaleza, que en la esfera del mundo referencial no tendrían posible solución, pero que en la pantalla acaban concitando para su arreglo los mejores valores humanos. Muchas de estas películas siguen bajo el paradigma de una fe ingenua en una ciencia omnipotente y poseedora de la verdad, uno de los constructos de máximo poder de persuasión de la tecnocracia su con cientificismo, heredero del Positivismo, muy vigoroso en una facción del progresismo que todavía no ha reflexionado sobre lo que supuso el siglo XX y su barbarie.

En 2012 Emmerich propuso una solución igual de apropiada para los contravalores preponderantes en el periodo. La humanidad no puede enfrentarse a la maldición maya del cambio de ciclo, con lo que acarrea de transformación de la Tierra, pero su ingeniería sí puede preparar cuatro grandes receptáculos en los que almacenar su civilización (y la vida) para que luego los supervivientes germinen un nuevo ciclo planetario. ¿No querían un arca de Noé? Pues en la era del espectáculo les damos no una sino cuatro. La unión de chinos y estadounidenses no puede más que confluir en un espectáculo megalomaníaco.
La diversión se plantea como si fuera para toda la familia, aunque en realidad sea una de las muestras de sociopatía intelectual más grandes nunca presentadas en el cine. En las arcas de Noé posmodernas, amalgama de la inventiva estadounidense y de la potencia industrial dictatorial china, caben cuatrocientas mil personas. ¿Quiénes serán los afortunados? El film deviene una de las grandes metáforas de las políticas de la crisis del 2007-2012, hechas para el beneficio de una élite de privilegiados, los que entran en las arcas previo pago, mientras el resto de la población se deja a su suerte, colándose por el desagüe cósmico. 
Si 2012 es una metáfora de la gran hecatombe económica que supone la crisis, y lo es, los cuatrocientos mil que se salvan son el uno por ciento de los fondos de inversión, élite financiera, grandes especuladores globales o direcciones de bancos, con los gobiernos cumpliendo funciones de personal de servicio. Los que se salvarán serán los que dispongan de fondos para pagarse el billete. Ni más ni menos. 2012 tal vez sea la concreción máxima de los contraideales neocon, republicanos e incluso anarcocapitalistas. Si tienes, te salvas, y si no, ahí tienes la erupción volcánica: ya sabes lo que te toca. Pero no chilles demasiado, no vayas a interrumpir nuestro sueño en el arca de Noé neoliberal. No parece que las soluciones gubernamentales del periodo difirieran de tan preclaras directrices.
Ya en el remake de Ultimátum a la Tierra se había esbozado una idea similar: la especie humana se halla más allá de la salvación, pero Klaatu pretende que sobrevivan especimenes del resto de tipos de vida del planeta, haciendo un poco de Noé, con bolas de energía en el papel de arca, y con una incoherencia conceptual evidente: van a eliminar a la humanidad porque esta va a acabar con la vida, y la forma de solucionarlo es acabar con todo excepto unos pocos individuos de cada especie escogidos. Como puede constatarse, una lógica de gran solvencia intelectual.
En Deep impact la directora Mimi Leder ya había planteado una solución análoga, aunque en su caso haciendo gala de una ideología un tanto más igualitaria. Para protegerse del impacto de un meteorito, el consejo de expertos científicos deciden construir un remedo del arca horadando en la corteza terrestre. Pero la época de Leder no era la de desenmascaramiento absoluto de la estrategia neoliberal, tal y como sí se produce en el film de Emmerich. 
La nueva arca de Noé de Deep impact está constituida por un 20 por ciento de la élite del país y un ochenta por ciento por sorteo, en una de las decisiones más increíbles del film, corregida por Emmerich en su versión más desencarnada: comprar la salvación vale dinero, mucho dinero. Sayonara, baby. Después de comprobar cómo se comportó la élite financiera tras el inicio del hundimiento de las economías provocado por los bonos basura, con fondos de inversión chantajeando a países, acaparando beneficios y manipulando a gobiernos, ¿alguien se cree que dejarán puestos vacantes por sorteo en caso de choque de meteoritos? Emmerich pensó lo mismo. Sólo a un demócrata estadounidense en época de vacas gordas podía tener tal ocurrencia.


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